Entrevista
a Mons. Julio Parrilla, Obispo de la Diócesis de Riobamba y conferencista del
Seminario Internacional ¿Tiene la agricultura campesina indígena un futuro
económico, social y cultural?, realizado en la Universidad Nacional de
Chimborazo.
Mons. Julio Parrilla, Obispo de Riobamba |
¿Qué
temas abordó en el Seminario sobre el futuro de la agricultura en la Unach?
Por una parte, afirmar el valor de la ecología, como una
opción profundamente humana y humanizadora; es también un compromiso personal y
fundamentalmente colectivo, con dimensiones sociales, culturales, jurídicas y
políticas. Defender lo que el Papa Francisco llama la Casa Común y
entender el planeta no solo como recurso sino sobre todo como nuestro hogar.
La segunda parte, a la luz de los principios éticos de la
Ecología, dialogamos sobre la Agroecología. Me parece que es fundamental en
nuestra provincia el desarrollo de una agricultura ecológica, concebida como un
área productiva y global, que afecta a la cultura y a la vida de nuestras
comunidades.
Conferencia sobre la ética de la Ecología |
La Diócesis de Riobamba tiene un hermoso programa de
agricultura orgánica, en treinta comunidades y beneficia a más de mil familias.
La creación de huertos familiares, desde un planteamiento de producción
orgánica, natural, sin fertilizantes químicos o manipulación transgénica, va en
favor de una alimentación más sana, más plural, no en función del monocultivo
sino de la diversificación de productos que permite una alimentación
equilibrada.
Lo que empezó siendo un proyecto fundamentalmente
productivo, para el buen vivir de la familia, poco a poco se ha ido
convirtiendo en un proyecto de comercialización, de tal manera que muchas
personas han encontrado, en una producción directa sin intermediarios, un
sustento importante para la economía familiar. Un ejemplo así, da la imagen
clara de cuál es la labor que la Iglesia está haciendo en este momento en la
teoría y en la práctica.
¿Cómo llegaron a la gente
para socializar el aspecto ético de la agricultura?
Creemos en el valor de las relaciones humanas. A
través de nuestros párrocos, de los agentes de pastoral, de los servidores en
las comunidades indígenas que viven y trabajan a favor de sus comunidades, hemos
generado todo un trabajo de relaciones humanas, de presencia in sutu, que ha producido un diálogo muy
interesante, sobre todo con jóvenes agricultores y sus familias; de tal manera
que no solo es un proyecto productivo y de comercialización, sino también de
capacitación y de planteamiento ético de lo que significa producir, consumir y
comercializar, poniendo como objetivo, no el tema economicista sino fundamentalmente
humano. Lo bonito es que en este proyecto la gente no trabaja sola, hay todo un
trabajo de concientización, de formación, que hace que las familias se unan y edifiquen
una comunidad.
¿Cómo se pueden replicar
estos proyectos de las ciudades?
No hay que olvidarse que la ciudad es la gran
consumidora de los productos, entonces es muy importante educar al productor y
al consumidor, porque la gran tragedia de nuestros pequeños agricultores es que
una vez que producen no saben cómo comercializar, pues no hay redes de
comercialización, no hay centros de acopio, no hay mercados populares
suficientes. Todo eso también lo estamos promoviendo, hace pocas semanas he
bendecido e inaugurado el nuevo centro de acopio de nuestro proyecto
agroecológico, que es una maravilla porque responde a estándares
internacionales, lo que permitirá llegar del productor al consumidor.
Hay un dato importante que debemos analizar, en este
momento en Riobamba hay cerca de treinta mil indígenas viviendo y trabajando en
la ciudad, muchos de ellos están en las periferias, en un ámbito mitad urbano y
mitad rural. Es difícil promover huertos ecológicos en el centro, pero es fácil
en los sectores urbano marginales, donde sí estamos promoviendo el proyecto.
¿Cuál es el mensaje que
puede dar a los ciudadanos para que se eduquen como consumidores y conozcan qué
consumir, como hacerlo y que respeten al productor?
Creo que hay que educar la conciencia y la
mentalidad, la ecología no es poesía, tiene que ser un auténtico compromiso y
un estilo de vida. No hay ecología de la naturaleza si no hay ecología humana,
porque lo que hace que la naturaleza tenga sentido es el hombre y al final
debemos tener siempre a las personas, a las comunidades, a los pueblos, en
nuestra mira y horizonte, por eso hay que adquirir una cultura ecológica y eso
nos llevará a determinados estilos de vida, no podemos ser simplemente
consumidores, tenemos que ser personas, familias y Riobamba necesita una
auténtica conciencia de comunión, de servicios, que se entienda que ser
ciudadano signifique algo más que solucionar mis problemas personales, que
signifique crear una sociedad infinitamente más austera, más limpia, que coma
mejor, que viva mejor y que tenga mejores oportunidades.La intervención del señor Obispo puede visualizarse en el siguiente enlace, a partir del minuto 11 :
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